Dispersas a lo largo nuestro en parte desconocido sistema solar, podemos encontrar grandes maravillas que son deleites estéticos e hipnóticos, como enigmas en la profundidad del espacio. Desde los Vórtices de Venus, pasando por los géiseres de Encélado y hasta llegar a las auroras de Júpiter, estas sublimes joyas siderales guardan muchos secretos.
1- Los anillos de Saturno
La más famosa de estas maravillas, los anillos de Saturno, constituye seguramente la más alta y melancólica elegancia de nuestra vecindad interplanetaria. Antiguamente Saturno-Cronos, era considerado el guardián del tiempo y este planeta era visto como una especie de frontera del sistema solar. En la alquimia es considerado la puerta del oro verdadero y en la mitología griega el gobernante de la época dorada; la religión judía rinde secretamente tributo a este planeta con su Sabbath.
Aunque en teoría ningún objeto creado por el hombre podría sobrevivir en el océano global de metano e hidrógeno de Saturno, si hipotéticamente pudiéramos navegar sobre su superficie veríamos la inmensa blancura de los anillos, 75 mil kilómentros por encima de nosotros, iluminando todo en derredor. Por lo menos habrían 6 lunas crecientes en el cielo; el sol en su ocaso crearía réplicas espectrales, "sun dogs", reflejándose en los cristales de amoníaco. Nubes de este gas flotarían a velocidades de más 1,500 km por hora sobre tu cabeza.
Y seguramente quisieras deslizarte por el vértigo místico de los anillos, ese parque de atracciones del inconsciente… la más fina poesía visual en gamas grises, negras, cafés, cremas y carmesíes patina por la composición predominantemente gaseosa de los anillos de este gigante, que parece derretirse como un helado de chocolate cósmico.
2- Los Vórtices de Venus
Venus, el planeta del amor y de la belleza, es en realidad lo más cercano al infierno en su interior (jugando con una rebelde dualidad como Lucifer), con temperaturas que pueden derretir el plomo y donde llueve todos los días ácido sulfúrico (aunque suponemos que ese calor puede ser usado por un ser muy distinto al humano como una energía erótica incandescente, todo depende). Dentro de esta inhóspita atmósfera, científicos han detectado un fascinante fenómeno, maravilloso para quienes vemos en los vórtices la fuga divina.
Venus posee nubes vorticiales incandescentes permanentemente girando sobre sus polos. Esto hace que la atmósfera de Venus circule mucho más rápido que ningún otro planeta rocoso del sistema solar. En el polo sur de este planeta —en algún momento muy similar a la Tierra— se ha generado un vórtice gigante que cambia de forma por lo menos una vez todos los días, tomando a veces la apariencia de una letra “S” gigante o de un “8”.
Hasta hace poco científicos afirmaban que este poético fenómeno venusino era permanente y estable. Sin embargo, tras una observación minuciosa, se dieron cuenta de que más bien correspondía a un vórtice polar en permanente mutación, y que en este sentido aludía más bien a una naturaleza caóticamente intermitente.
3- La Gran Mancha Roja de Júpiter
Esta tormenta anticiclónica es tan grande que dos planetas como el nuestro cabrían dentro de sus nubes. Todo en Júpiter es inmenso, pero en este sistema meteorológico podemos apreciar su terrorífica magnitud con claridad. Rayos que podrían pulverizar a una ciudad entera se alzan 8 kilómetros por encima de las nubes circundantes; vientos que van a más de 400 km/h circulan los bordes de la masa anticiclónica que rota en contra de las manecillas del reloj cada 7 días. Esta monstruosa tormenta lleva girando en los cielos de Jupiter por más de 400 años y no hay señales de que se detendrá.
4- Los Géiseres de Encélado
Aunque no hay sonido en esta luna de Saturno, puedes sentir este géiser antes de verlo, reverberando con un profundo rugido. La erupción consiste en dos enormes plumas de hielo escupiendo cristales a más de mil millas por hora, una silenciosa y violenta eyaculación iluminada por el Sol distante. Aquellos osados que quieran ver en vivo los géisers de Encélado tendrán que sortear una microgravedad de solo 1/16 de la gravedad de nuestra Luna.
5- Los Géiseres de Triton
Aún más allá se encuentran los géiseres de la luna de Neptuno, Tritón. A diferencia de los silenciosos exabruptos helados de Encélado, en Tritón el aire sí conduce el sonido, ya que este cuerpo celeste cuenta con una delgada atmósfera. Estos humeantes géiseres de nitrógeno y otros oscuros compuestos orgánicos pueden ser oídos kilómetros a la redonda al tiempo que lanzan sus corrientes de gas a una altura de más de 8 mil metros.
6- Las Auroras de Júpiter
Acaso el más sublime espectáculo de la Tierra sea contemplar las auroras que se forman en los Polos debido a la interacción del plasma solar y las partículas de aire; este espectáculo, al menos en magnitud, palidece con las auroras de Júpiter. En Júpiter este fenómeno genera un millón de megavatios más que la aurora de la Tierra. Una ciudad de buen tamaño consume unos 10 000 megavatios de electricidad.
Las auroras de este planeta gigante son el resultado de su interconexión electromagnética con las lunas Io y Ganímedes. La interacción del plasma del gigante Jove con la magnetósfera de Ganímedes, luna de mayor tamaño que el planeta Mercurio, y con la volcánica Io, es lo que crea una huella auroral en sus polos.
7-El Hexágono de Saturno
Nuestro sistema solar contiene misterios inexplicados dignos de ciertos capítulos de escalofriante especulación científica en The Twilight Zone. En esa zona crepuscular de asombro se encuentra el hexágono en la atmósfera del polo norte de Saturno. Esta misteriosa figura de seis lados, del tamaño de casi cuatro planetas Tierra, es resultado de las corrientes de chorro (jetstreams) y se ha mantenido fija por años.
Saturno es el único planeta que presenta esta anomalía geométrica en su atmósfera, la mayoría de los planetas cuenta con corrientes de nubes sinuosas. Y más aún: Saturno, donde dominan células convectivas y olas de forma circular, sería el último lugar donde se esperaría esta figura geométrica. Además el polo norte de Saturno es completamente distinto a su polo sur, donde se sitúa un huracán con un extraño ojo gigante que evoca un ojo humano.
El escritor conspiracionista Richard Hoagland, quien sostiene que la NASA encubre una serie de construcciones en la Luna y en Marte, cree que el hexágono en Saturno solo se explica a través de la física hiperdimensional. Hoagland dice que planetas como Saturno, Júpiter y Urano emiten más energía de la que reciben del sol, esto es, tienen un superávit de output que puede ser explicado por una transmisión energética entre dimensiones
8- Los Picos de Luz Eterna
Cerca de nosotros, en la Luna, una condición única existe, descubierta apenas en 1994. En el cráter Peary, cerca del polo norte de nuestro satélite, el Sol nunca se pone, fenómeno único en todo el sistema solar (se sospecha que algo similar ocurre en Mercurio, pero aún no ha sido confirmado). Ahí se encuentran los llamados “Picos de la Luz Eterna”, un poético valle bañado sempiternamente por la luz solar.
Esta inusual condición surge debido a que el eje de rotación de la Luna está un poco inclinado en relación a su órbita y a la de la Tierra alrededor del Sol. En un futuro este sitio podría ser una gran atracción turística, sobre todo porque sus temperaturas apenas fluctúan alrededor de los 20 grados, lo que hace que sea un lugar ideal para establecer algún tipo de base.
9- El cráter Herschel
Un viajero del cráter de Herschel, en la luna Mimas, se encontrará con un abismo de 6 mil metros entre paredes majestuosas por sobre las que se alza Saturno, el Señor de los Anillos. De manera extraordinaria esta luna sobrevivió el impacto que formó este cráter de más de 220 km de ancho, una tercera parte de todo su diámetro.
10- Amanecer desde Mercurio
El amanecer desde Mercurio es un espectáculo a considerarse. El Sol se ve 2.5 veces más grande que en la Tierra y aparenta meterse 2 veces en el mismo día. Avanza en su arco sobre el cielo, se detiene, se mueve de nuevo hacia el horizonte, se detiene de nuevo y continúa su viaje final hacia el horizonte declinante. Estas maniobras aéreas se suceden porque Mercurio rota tres veces por cada dos órbitas alrededor del Sol y además tiene una órbita muy elíptica. Difícil encontrar algo más arrobador como ver al Sol nacer desde Mercurio, el mensajero de los dioses, que siempre flirtea con transmutarse en oro, anegado en el resplandor del atanor alquímico.
Visto en: http://es.sott.net/
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